La acción se desarrolla en el futuro, en la República de Gilead, donde los militares están en el poder. El país tiene órdenes y costumbres crueles; sólo los oficiales y sus esposas gozan de respeto en la sociedad. Además de la estructura totalitaria de la sociedad, en el mundo del futuro existe un problema grave: la infertilidad. Sólo una de cada cien mujeres es capaz de tener descendencia. Para continuar con la línea oficial, las familias aceptan en la casa a una sirvienta, una madre sustituta entre mujeres comunes y corrientes capaces de tener hijos. Habiendo cumplido con su deber, la criada debe separarse de su hijo e ir a servir a los nuevos amos.
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